Road trip por Jordania & Madaba

Escapar del desierto en dirección a Amman iba a ser un rompecabezas difícil de resolver: tras hacer el tour por Wadi Rum, era alrededor de la 1 de la tarde y me todo apuntaba a que me vería obligado a dormir ahí una noche más (lo cual tampoco era un problema excesivo). Esto se debía a que la mejor opción que tenía para moverme, era coger un bus al día siguiente a las 6 AM a Aqaba (es decir, hacer camino para atrás 1 hora) y de allí un bus a Amman (que serían unas 5 horas con suerte). Y a todo esto había que sumarle las correspondientes esperas a que los buses se llenen, porque en Jordania el tema de los horarios no ‘existe’, y un mini bus solo arranca cuando el conductor lo considera suficientemente lleno. ¿Y cual fue el desenlace?

Pues afortunado yo, en las conversaciones del desayuno surgió que las polacas (Paulina & Kamila) iban dirección a Madaba (otro sitio que estaba en la lista de posibles visitas), y para mejorarlo, pretendían parar en el mar Muerto. Por si fuera poco, no es que pretendieran hacerlo en bus o taxi, sino que tenían un coche alquilado, así que, como quien no quiere la cosa, me medio autoinvité/invitaron a su viaje en coche.

Las polacas eran azafatas de Emirates, así que me amenizaron el viaje con información de cómo funcionan internamente los vuelos que nunca pensé en tener, y algunas anécdotas como que al parecer, pedir alas azafatas un «iPhone charger guiño guiño», viene siendo el equivalente a un «beduine massage guiño guiño», o también conocido como «happy ending flight» (sobra decir, que no es que estén obligadas…). Otro dato curioso fue que Paulina había trabajado en el Mosquito Hostel de Cracovia, donde casualmente me hospedé cuando estuve por allá, y no coincidimos por apenas 3 meses de diferencia.

En fin, los viajes por carretera en Jordania tienden a ser lentos por el estado de algunas carreteras y los constantes controles policiales (creo que ya me han pedido en este país al menos 10 veces el pasaporte). Por ello, no conseguimos alcanza el punto más bajo de la tierra (también conocido como el mar Muerto, a 400 metros por debajo del nivel del mar aproximadamente) ya de noche, lo cual complicó un poco el baño. Pero bueno, ni cortos ni perezosos procedimos a colarnos en una especie de «urbanización de chalets», que no teníamos 100% claro si era privado, público, o qué.

Mucha gente puede decir que se ha bañado en el Mar muerto, pero seguro que no tanta lo ha hecho de noche, y como peaje solo pagamos unas pocas heridas en los pies por culpa de las rocas, aunque eso sí, la extrema salinidad del agua, no ayudó a hacerlas llevaderas. Respecto al mar Muerto, para mí fue un poco decepcionante, ya que flotas pero no tanto como esperaba, es fácil ponerse vertical y viene siendo como ir con un neopreno.

Tras una tortuosa subida hacia Madaba a la extrema velocidad de 20 km/h, alcanzamos el objetivo a eso de las 8 PM. Madaba es una ciudad famosa por sus mosaicos, el monte Nebo (donde Moisés divisó la tierra prometida) y porque al ser medianamente cristiana,.. ¡¡es posible encontrar cerveza!! La primera del viaje, aleluya.

Como había ido más rápido de lo previsto, me encontré con un último día y medio en Madaba con el que no contaba, y la ciudad al ser chiquitilla, poco tenía ya que ofrecerme. Además, las polacas habían retornado a Dubai, y el hotel donde dormía estaba casi vacío. Acabé compartiendo mi tiempo con Annie, una profesora India trabajando en Nueva York, que tiene la dicha de poder viajar 4 meses y medio al año. Gracias a sus contactos, debido a que ya llevaba un mes en Jordania y una semana en Madaba, un chico Jordano llamado Gazi que trabajaba en una tienda local, nos hizo de taxi al aeropuerto. Fue muy gracioso porque era un loco del fútbol, y como no dominaba mucho el inglés, llamaba por teléfono a un amigo para que ejerciese de traductor y poder hablar de la liga española conmigo.

Y ahora, ¡rumbo a Asia!


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